El Canto del Loco, el pastorcillo y los lobos

jueves, 26 de junio de 2008

Hay siempre un temor, entre los que como a mí, nos encanta la fotografía. Digamos que suele ser más o menos cuando eres novato, como soy yo, porque con el paso del tiempo aprendes, y pocas veces cometes los mismos errores que al principio.

El cuento de “El pastorcillo y los lobos” es un claro ejemplo para explicar la situación. “Qué viene el lobo, que viene el lobo”, no haces ni caso hasta que viene finalmente y se merienda a todo tu rebaño. Con las cámaras de fotos puede ser igual, crees que eres el mejor, que vas sobrado y que tu tarjeta de memoria y tu batería están a punto para ofrecerte sus servicios; tanto que ni te paras a mirarlo en casa…

El sábado fui a hacerle unos cromos a “El Canto del Loco” en el concierto que hicieron en Madrid en el Palacio de los Deportes. Personalmente no soy seguidor de los mismos, así que mi intención era hacer las fotos, que siempre vienen bien, y marchar. Con el precedente de la semana anterior con “Pereza”, que salió todo a las mil maravillas, Dani Martín debería de ser un mero tramite.



Bueno, finalmente llego, espero la cola de rigor, y nos dejan entrar primero a fotografiar a los “Sin rumbo”, los teloneros. Cumplo perfectamente, y me dedico también a buscar caras curiosas en el publico, panorámicas de la grada y a alguna chica guapa. Todo bien, incluso la chica guapa, que no es otra que Angy, recordada por todos por “Factor X” o “Física o Química”.

Empieza la cuenta atrás. Los marcadores reflejan un cronómetro hacia atrás desde los tres minutos previos a la actuación, y una jaula gigante invade el escenario, esto esta apunto de empezar… Se acaba el tiempo y se puede ver la sombra de Dani Martín entre las rejas de la jaula, la cual se sube poco a poco y en este momento empieza el concierto.


Y vino el lobo… Si señores, en el momento más inoportuno vino el lobo a comerse a mis ovejas. A la cuarta foto y mientras cambiaba el objetivo de 50 por el de 200, mi mundo se acabó. Mi cámara se quedó oscura, sin vida, no reaccionaba a mis estímulos. Cundió el pánico en mi y no sabía que hacer, y las 2 canciones que teníamos para las fotos transcurrían a la velocidad de la luz. Finalmente mi cámara reacciono e incluso se comunicó conmigo; me dejo un mensaje…

“BATERÍA AGOTADA”

En ese momento el mayor de los bajones invadió mi cuerpo y mi alma. El lobo se comió el rebaño. Se me acabó la batería, cuando todo buen fotógrafo debe de cargar siempre la batería en casa, error totalmente de principiante. Siempre en el fútbol o en otro sitios he jugado con fuego con este tema sin llegar a quemarme, hasta el sábado, que me quemé pero bien quemado.

No me quedé al concierto, así que no os haré crónica del mismo. No pude. Me marché cabizbajo hacia la boca del metro.

Bueno, la moraleja de todo esto no creo que haga falta que os la diga, ¿verdad?. Ahora directamente echo hasta el cargador a la bolsa, y probablemente pille batería de repuesto.

Sed buenos y precavidos!!!

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